Productores argentinos aceleran la cosecha de soja para ganarle al mal tiempo

En el corazón de las llanuras pampeanas, en la provincia de Buenos Aires, los trabajadores del campo de Cristian Giacobone comienzan sus jornadas al amanecer. El objetivo es claro: cosechar la soja retrasada por las lluvias antes de que lleguen nuevas tormentas que compliquen aún más la tarea.

La soja, principal producto de exportación de una economía argentina en crisis, ha sufrido importantes demoras por precipitaciones inusualmente intensas. Esto ha impactado en el ritmo de ventas del grano, que se encuentra en el nivel más bajo de los últimos once años.

Aprovechando una breve ventana de tiempo seco —aunque con nuevos frentes de tormenta en el pronóstico— los productores están acelerando al máximo sus labores en el campo.

“Tenemos una ventana de cosecha muy pequeña”, afirmó Giacobone desde su campo de 60 hectáreas en San Andrés de Giles, a unos 100 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires.

“El clima desde febrero hasta ahora presentó lluvias persistentes”, agregó, señalando que el acumulado supera los 580 milímetros. “Esa fue la causa principal de los retrasos, por el estado del suelo, tanto dentro como fuera de los lotes”.

Argentina es el principal exportador mundial de aceite y harina de soja. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la producción de soja en esta campaña alcanzaría los 50 millones de toneladas. En un país con reservas internacionales debilitadas, los ingresos por exportaciones de soja son vitales.

Sin embargo, las demoras en la recolección generan preocupación. El exceso de humedad podría fomentar la aparición de hongos o provocar la apertura de las vainas en la planta, lo que puede reducir el rendimiento. Por eso, cada hora de sol se convierte en una oportunidad invaluable para los productores, que incluso deciden cosechar en campos enlodados, aunque eso compacte el suelo y complique futuras siembras.

“El productor hoy decide salir temprano, sin esperar que el grano baje su humedad, y alarga la jornada laboral a pesar del mayor costo”, explicó Giacobone.

Normalmente, las cosechadoras comienzan a trabajar más tarde en el día, cuando el nivel de humedad de los granos desciende, para evitar costos adicionales de secado.

Este lento avance de la cosecha ya impacta en las ventas de soja del ciclo 2024/25. Hasta el 7 de mayo, solo se había comercializado el 28,7% de la producción, según datos oficiales, muy por debajo del promedio de 36,1% de los últimos diez años.

En el campo de Giacobone, las cosechadoras recorren las últimas hileras de soja aprovechando el sol que apareció el sábado y permitió retomar las tareas paralizadas por las lluvias de la semana anterior.

Pero el alivio podría ser breve. Bajo los efectos del fenómeno climático El Niño, que genera precipitaciones superiores al promedio en Argentina, se esperan nuevas lluvias en los próximos días.

“Las lluvias siguen”, advirtió Eduardo Sierra, especialista en clima de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. “Vemos que se acerca un frente que podría traer tormentas muy fuertes”, indicó, y agregó que las precipitaciones podrían extenderse hasta el domingo.

Sierra también anticipó que junio podría ser otro mes lluvioso.

En San Andrés de Giles, los caminos rurales aún muestran las huellas del húmedo otoño del hemisferio sur, mientras los productores buscan cerrar cuanto antes la campaña de cosecha.